lunes, 9 de mayo de 2011

Después, está el futuro.

Espero que incluya un colchón caliente por las noches, excursiones fugaces a horizontes con deje maternal. -Mi padre hablaba de “paisajes serios como un padre” en los llanos; “acogedores como una madre” en los valles-.


Deseo libros con los adjetivos justos, un trabajo digno, buena comida en casa. Música en el aire y en los dedos.

A veces también me atrevo a fantasear con su presencia.

Luego, miro la agenda y tacho el día de hoy.

Después de hoy estará el futuro.

jueves, 10 de febrero de 2011

Hogar

El niño se tira al suelo. Patalea de rabia y toma aliento un segundo, antes de continuar su grito. Se le deforma el rostro por el deseo cercenado: está prohibido jugar. Castigo a ese puñetazo traidor.

Se le exige callar. Primero en voz tenue. Después, de modo tajante.

El grito persiste. La madre nota cómo huye su constancia y sin apenas darse cuenta está azotando a su hijo.

Ambos callan. Ella disimula un arrepentimiento que hiere. Le arde la palma de la mano. Y en el silencio se escucha hablar como en una película barata: me ha dolido más a mí.

No reconoce su voz. Ni sabe cómo mirar ahora esos ojos que, de tan nuevos y brillantes, parecen cristal.

El niño -ya no grita- acaricia con sus manitas la cara de esa madre y pronuncia con aliento de olor dulzón unas palabras perfectas: Tranquila, no me ha dolido.

viernes, 14 de enero de 2011

Eco

Te miro. Disecciono. Espío.
Y cuanto más te conozco, cuanto más real eres
y te alejas más
de
esa imagen que soñé.
Cuando me descubro disgustada por tus defectos.
Más te amo.

Y me repito
que no debe ser así.
Me ordeno
tajantemente
inmediatamente
de modo casi ritual
despreciarte unos instantes.
Me impongo no necesitarte.
Es por mi bien, me digo.
Y luego me sonrío,
porque al pronunciar “mi bien”
te he nombrado.