lunes, 20 de julio de 2009

Nana

Mientras canto trato de moverme lo menos posible; su remolino rubio me hace cosquillas en la nariz, y la arrugo para contener un estornudo que destruiría mi obra. Intuyo en la respiración tierna y pesada que ya casi está dormido, pero aún se sobresalta ante mis silencios, así que da capo.

Mi voz, monótona, crea una muralla. A este lado estamos tú y yo. ¿Ves?, ahora somos inalcanzables. Y estamos suspendidos en la noche, cercados por retazos de una realidad que se desmenuza sólo con rozarnos.

Paradójicamente, quien se asusta al abandonar sus brazos diminutos soy yo.


miércoles, 15 de julio de 2009

Botánica

Había un jardín y planté lavandas, budleias, lilos y una higuera. Hice que olivasen los pinos para que creciesen armoniosos. Su sombra, en verano, era calurosa. Las abejas zumbaban sin amenaza sobre las flores moradas.

Al marchar me prohibí mirar aquellos árboles, tan fuertes.

Ahora riego cada mañana una maceta con menta, otra con azucenas naranjas que empiezan a marchitarse; y contemplo, asombrada, la gardenia florecida a pesar del calor.

Acaricio las hojas, rememoro el olor pasado.

Recuerdo, y prefiero esto. Porque es mío.



martes, 14 de julio de 2009

Viaje

Me duenta Emilio que en Sarajevo han empezado a sacar las terrazas a las plazas antes que a reconstruir los edificios. Que, tras la guerra, ríen más que lloran y todos quieren volver a empezar, sí, pero sin dar tregua a la sonrisa, a la calle viva.

Emilio está, como tantos, asustadísimo, porque la felicidad se le ha ido de las manos.

Es un hombre amable que se acaricia la barba prematuramente entrecana mientras esconde en su sonrisa el aguijón de los recuerdos crueles o de las esperanzas rotas o de la incapacidad para entender cómo ha llegado a esto.

Emilio, y yo también -me digo-, debe hacer como los bosnios.

Plantemos sombrillas y mesas entre los escombros.


domingo, 12 de julio de 2009

Espía

De pequeño pegaba su ojo oscuro a la cerradura y veía las siluetas de sus padres moverse, discutiendo, encerrados: con una silla bloqueaban el picaporte, y él jamás pudo entrar a rogar silencio.

Le prohibían el paso.

Pero le otorgaban la limosna del murmullo in crescendo.

Y él se esforzaba por identificar en esas voces terribles aquellas que minutos antes le habían dado las buenas noches, aleteando y arrullándole con besos, mientras temía que nunca más volvieran.


jueves, 9 de julio de 2009

Canturreo

Tuvo que hacerlo. En realidad apenas le costó dejar de pensar en ella, o en un hipotético y omnipresente "nosotros". Ni siquiera estaba claro que algo así existiese.

Culpemos a la estética: "No pretendo justificarme, pero llevaba un chaleco negro, y un sombrero del mismo color. Ella era negra, también, y sonreía a todos los hombres. Luz en su mirada y en su voz".

Comprensible. Jamás se le culpó de deslealtad.


La venganza se reduce, ahora, a un himno bajo la ducha:


martes, 7 de julio de 2009

Declaración

El mar seguía, claro. Cómo no iba a estar. Y permanece ahora que nos hemos marchado.

Por supuesto: callé todos los versos que subían por mi garganta cuando pisamos juntos otra vez la playa, e improvisé un chiste sobre aquellas suecas achicharradas. Procuré que las carcajadas sonaran sinceras aunque yo distinguía, aterrada, palabras de devoción en cada quiebro de mi aliento.

Sólo flaqueé cuando me vi en tus ojos, muy cerca, acunada por más vino del que debería haber bebido.

No me arrepiento de haberte amado verbalmente, también. Pero lo que una dama hace borracha jamás se comenta.