martes, 26 de mayo de 2009

Lectura

Me veo leyendo a Houellebecq en algún hotel del norte.

Sé que era sórdido de tan nuevo, que la habitación ("dí cuarto: habitación es cursi", me corregirías) brillaba demasiado. Que yo aún intentaba quererte.


Que apenas follábamos porque tú ya no eras igual, o porque a mí me parecías otro, o porque me daba asco verme en ti.

Que ese francés me estaba insultando sin proponérselo. Así que, para vengarme de vosotros dos, soñé con un orgasmo interminable.



El libro no me gustó. No me gustó nada. No cumplió con su obligación, y por eso ahora recuerdo tantos detalles.

lunes, 25 de mayo de 2009

Salto

Ya está.

Sé cuántas noches han precedido a este instante, alma atormentada.

He visto cómo intentabas conjurar a tu cuerpo para escapar de lo que, fatal, acabaría por apalearte. Cada segundo era un siglo de silencio y tensión.

Insoportable e ineludible.

Descansa.

Te fortaleciste en la espera, y ya nada logrará turbarte.

jueves, 21 de mayo de 2009

Hambre

Me duele la cabeza porque no he comido.

No es que me niegue a alimentarme, es que se me rebelan las entrañas: no como porque mi cuerpo ha olvidado que los jugos gástricos deben trabajar; que la rutina, los movimientos espasmódicos y lentos de la digestión son imprescindibles.

Yo quiero que todo permanezca en una normalidad lógica, sin sobresaltos. Salud, entereza.

Pero mi organismo se ha empeñado en recordarte. Y esa, exactamente esa, es la única actividad en la que está dispuesto a concentrarse.

lunes, 18 de mayo de 2009

Califa (en el lugar del Califa)

Te hiciste con mi tierra, con mis más preciosas posesiones. Me las arrebataste mientras dormía. Todo fue por la espalda.

Me menospreciaste, y ahora estás de rodillas ante mí. Gris, temblando entre estas luces que otra vez me alumbran.

La victoria es mía. He recuperado todo cuanto me pertenece, y tú, que creíste aplastarme, eres mi víctima. Te compadezco, porque el castigo será ejemplar.

Aunque los dos sabemos que la revancha no logra alegrarme tanto como planeé.

domingo, 17 de mayo de 2009

Benedetti

Terapia:

Para no sucumbir
ante la tentación
del precipicio
el mejor tratamiento
es el fornicio.


Algo poco cursi para recordarle.

viernes, 15 de mayo de 2009

Jose Cuervo

Ayer dediqué la noche, junto a mi querida G., a identificar científicamente (prueba-error) cuál es la proporción exacta de los distintos ingredientes que forman un margarita perfecto.

La conclusión fue, claro, que a mayor cantidad de alcohol más sabor. Y mayor despliegue de floreos verbales al describir (he aquí dos borrachas) a esa, la infecta raza masculina.

La resaca de tequila es, con mucho, más desagradable que la de ginebra.

Me rindo a la estética y confieso que, en realidad, lo que más me gusta es contemplar esas copas escarchadas en sal, casi como azoteas invernales al borde del deshielo.

jueves, 7 de mayo de 2009

Razones de peso

(Me miras)
¿De verdad vas a ir así vestida? ¿No es la falda muy corta, el tacón muy alto, tus piernas interminablemente ociosas? ¿Pretendes dar qué hablar?
(Me miras)
¿Ves como tenía razón? ¿Entiendes que lo hago por ti? ¿Sabes lo orgulloso que me siento cuando me haces caso?
(Me juzgas)
Así, así es como deberían ser las mujeres. Has estado impecable. Bésame.

lunes, 4 de mayo de 2009

Misantropía. Carver

(Dos posts en uno)



Obviedades impuestas. Lugares comunes de los que no se puede huir. Mediocridad. Elogio de lo vulgar. Gurús que venden como pulido lo que ni siquiera alcanza a tosco.

Si no me aislo es porque creo que entre la mierda, aún por desenterrar, esperan las perlas.
______________________



Tomad, y leed:

"De forma metódica, como solía hacerlo todo, el doctor Schwohrer se aprestó a la tarea de descorchar la botella de champaña. Lo hizo cuidando de atenuar al máximo la explosión festiva. Sirvió luego las tres copas y, con gesto maquinal debido a la costumbre, metió el corcho a presión en el cuello de la botella. Luego llevó las tres copas hasta la cabecera del moribundo. Olga soltó momentáneamente la mano de Chejov (una mano, escribiría más tarde, que le quemaba los dedos). Colocó otra almohada bajo su nuca. Luego le puso la fría copa de champaña contra la palma, y se aseguró de que sus dedos se cerraran en torno al pie de la copa. Los tres intercambiaron miradas: Chejov, Olga, el doctor Schwohrer . No hicieron chocar las copas. No hubo brindis. ¿En honor de qué diablos iban a brindar? ¿De la muerte? Chejov hizo acopio de las fuerzas que le quedaban y dijo: "Hacía tanto tiempo que no bebía champaña... " Se llevó la copa a los labios y bebió. Uno o dos minutos después Olga le retiró la copa vacía de la mano y la dejó encima de la mesilla de noche. Chejov se dio la vuelta en la cama y se quedó tendido de lado. Cerró los ojos y suspiró. Un minuto después dejó de respirar."


(Extracto de Tres Rosas Amarillas.)