martes, 26 de enero de 2010

Escenario

De acuerdo, vuelvo a interpretarme: reitero la autenticidad, y supongo que a veces resulta todo exagerado. La risa es tan franca que parece fingida, los silencios se cargan de semejante sentido porque no son treguas para evaluar estratagemas: es simple necesidad de comprobar que todo esto (TODO ESTO) es real.

Ya viene. La casa está bonita porque es bonita. Yo huelo bien porque todos los días -con o sin él- me perfumo antes de secarme. Y sonrío si le intuyo alegre porque es así como me gusta que esté.

Glorioso día aquel en el que comprenda cuánto encajan la imagen y el cuerpo.

sábado, 16 de enero de 2010

Presencia

Mis dedos enseñaron a los tuyos que había que acariciar, no apretar. Fuí guiando al índice para que se posara aquí, frené un instante eterno al anular y luego le liberé para que presionase justo ahí. Sonreiste deslumbrado al descubrir la efectividad de esas caricias teledirigidas que ya dominas.

Te fascinan mis secretos, y solicitas siempre verme así: dedicada a mí como cuando no estás, pero te supongo.

El problema es que ahora, cuando empiezo a tocar mi cuerpo, en mis manos estás tú. Y, además de embriagador, resulta todo un poco triste.

viernes, 15 de enero de 2010

Declaración (de amor)

Llega un momento en el que te ves con los ojos de otro. Ya no eres ese cúmulo de sueños, de intenciones -buenas o crueles- que contemplabas como un creador orgulloso y que suponías semillero de hazañas venideras.

Ese día tú eres tu máximo enemigo, el juez más estricto. Y te avergüenza mucho de lo hecho, más de lo evitado.

Recordar, entonces, no es grato. Dudo que lo sea ni siquiera para aquél que parece haber dado siempre en el clavo. Porque elegir implica abandonar, y ay del que nunca vacila.

Aún así, y consciente de lo mal que lo he hecho, creo....
...creo que me quiero.

lunes, 11 de enero de 2010

Buzón de voz

Como no se gusta -aunque no siempre: a veces disfruta el personaje que ha creado para relacionarse con el mundo- le escuece la vida.

Se mantiene gracias a un equilibrio doloroso: debe controlar cada movimiento, establecer hasta dónde llega una relación. Es honesto, por eso desaparece cuando olisquea que se acerca una de sus tormentas. Entonces, ya sólo emite silencio (a veces camuflado de una verborrea sin sentido con la que oculta la tempestad por la que está pasando) y yo trato de entender qué espera de mí o de no sentirme demasiado reponsable o de hacerle llegar -tantas veces a destiempo- una muleta que ni siquiera sé si le es útil.

(Ya sabes cuál es mi mensaje).