Te hiciste con mi tierra, con mis más preciosas posesiones. Me las arrebataste mientras dormía. Todo fue por la espalda.
Me menospreciaste, y ahora estás de rodillas ante mí. Gris, temblando entre estas luces que otra vez me alumbran.
La victoria es mía. He recuperado todo cuanto me pertenece, y tú, que creíste aplastarme, eres mi víctima. Te compadezco, porque el castigo será ejemplar.
Aunque los dos sabemos que la revancha no logra alegrarme tanto como planeé.
lunes, 18 de mayo de 2009
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Ese aliento en el primer segundo de la canción es la clave.
ResponderEliminarSeguramente por otros motivos y en otro contexto, pero lo que dices me ha hecho pensar en experiencias propias y en conclusiones similares. Yo también comprobéque la revancha (más precisamente que las tornas cambiaran)no me alegró, sino que, en cambio, me dejó unos posos de melancolía.
ResponderEliminarLa versión que has puesto de Jeff Bucley compite en calidad con la original.