domingo, 15 de noviembre de 2009

Revelación.

Hace días lo comprendí.

Se trataba de esa música, en particular, que es eminentemente masculina. Salida de las entrañas. Duelos a muerte entre dos músicos. Improvisaciones que las mujeres sólo atemperan, suavizan, adornan e incluso inspiran. Pero que con poca probabilidad podrán llegar a interpretar en igualdad de condiciones.

Masculinidad y hormonas en cada fraseo.

Hubiese dado cualquier cosa por tirarme al bajista en ese mismo instante.

Esa manera de perder el control -los músicos y el público- es jazz.


3 comentarios:

  1. Joder, ¡qué bien traído!

    Y, sin embargo...cómo entendemos a una Fitgerald contestándole al gran Duke (Elligton) o a una Sarah Vaugham hablandole de tú a tu a Dizzie Gillespie.

    No hay regla sin excepción,
    ni bajista que no tenga un revolcón.

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  2. Claro, claro. Mientras me era revelado el misterio emergía el sempiterno pañuelo de la Fitzgerald, la flor de Billie Hollyday. Pero no, te aseguro que aquella música no se podía doblegar a voces de terciopelo, a scats salvajes.

    ¿Tú has visto a Marcus Miller de cerca?

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  3. Pues sí, una vez, en Barcelona, alto, negro, fibroso, eléctrico y con su eterno sombrerito en su cabeza de delincuente compasivo. Empatía

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Oh, ¡hay vida!