miércoles, 15 de julio de 2009

Botánica

Había un jardín y planté lavandas, budleias, lilos y una higuera. Hice que olivasen los pinos para que creciesen armoniosos. Su sombra, en verano, era calurosa. Las abejas zumbaban sin amenaza sobre las flores moradas.

Al marchar me prohibí mirar aquellos árboles, tan fuertes.

Ahora riego cada mañana una maceta con menta, otra con azucenas naranjas que empiezan a marchitarse; y contemplo, asombrada, la gardenia florecida a pesar del calor.

Acaricio las hojas, rememoro el olor pasado.

Recuerdo, y prefiero esto. Porque es mío.



3 comentarios:

  1. Cuando quedemos para comernos esos pepinos (en rodajas y servidos en gin tonic) y si me gusta lo suficiente tu libro de Yourcenar, tengo que darte una maceta de violeta africana. Recuérdamelo.

    ResponderEliminar
  2. Lo prefieres porque es tuyo. Me haces pensar en la importancia de los posesivos en las preferencias, en las afinidades. Supongo que sí, que influyen. O, a lo mejor, ese posesivo no lo es en el sentido de propiedad, de posesión; simplemente, al preferir algo, al amar algo (alguien), lo haces tuyo. Claro que, entonces, no lo preferirías porque es tuyo, sino que sería tuyo porque lo prefieres. En fin ... Un beso

    ResponderEliminar

Oh, ¡hay vida!