viernes, 26 de junio de 2009

Metamorfosis

Eras perfecto: tu presencia resultaba brillante entre mis brazos, a mi lado.

Incluso en la distancia.

Nada, absolutamente nada, podía empañar tu recuerdo.

Y de pronto te descubrí humano: cargado de defectos. Llevabas unos calcetines viejos y tu carácter oscilaba, errabundo. Deidad transformada en hombre asustado, enfrentado incansable a la vida.

Desde ese momento te quiero más.

Tu debilidad te hace fuerte.

6 comentarios:

  1. Difícil amar a alguien perfecto, ¿verdad?

    Aunque lo perfecto (y lo imperfecto) no deja de ser una apreciación subjetiva.

    En todo caso, confío en que se quitara los calcetines; y tambien que no estuvieran agujereados en el dedo gordo. Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Sólo cuando el objeto amado se nos muestra por completo (imperfecto) tendremos capacidad de tomar la decisión de seguir a su lado.

    Hasta entonces, todo es mentira.

    Los tomates son mi debilidad. Pero no, no estaban agujereados.

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. A mí también me gustan los calcetines con tomates, pero limpios.

    ResponderEliminar
  4. Ah, y ya estamos con la dichosa confusión de siempre: para enamorarse es preciso "ver" perfecto al otro; para amarle, justo lo que aquí comentas, O' clock

    un beso

    ResponderEliminar
  5. Pocas cosas hay tan enternecedoras como un dedo gordo asomando por su respectivo tomate, más si es de un niño. El discreto encanto de... lo cotidiano, y esas cosas.

    Estamos de acuerdo, si señor. La visión distorsionada y la real. Necesarias, contrapuestas.

    Besos.

    ResponderEliminar

Oh, ¡hay vida!