sábado, 16 de enero de 2010

Presencia

Mis dedos enseñaron a los tuyos que había que acariciar, no apretar. Fuí guiando al índice para que se posara aquí, frené un instante eterno al anular y luego le liberé para que presionase justo ahí. Sonreiste deslumbrado al descubrir la efectividad de esas caricias teledirigidas que ya dominas.

Te fascinan mis secretos, y solicitas siempre verme así: dedicada a mí como cuando no estás, pero te supongo.

El problema es que ahora, cuando empiezo a tocar mi cuerpo, en mis manos estás tú. Y, además de embriagador, resulta todo un poco triste.

2 comentarios:

  1. lo estupendo de todo esto, es que siempre recordamos el delinear de la boca de cortázar, y eso es como que esté presente... en cada movimiento fantasma, delicioso y sonriente.

    y eso no es nada triste, claro.

    /

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  2. ...siempre tenéis que enseñarnos...

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Oh, ¡hay vida!