lunes, 30 de noviembre de 2009

Traición

No me preguntes cómo, pero he visto un futuro en el que tiro mis armas y me niego a seguir si no es apoyándome en ti. La constancia es adictiva, y cómo no caer en la tentación de sentirte más mío que de nadie, si te he atrapado. Y lo he hecho con estas verdades en las que me apoyo: tan frágiles como la tela de araña que he tejido para ti.

Me avergüenza actuar por pulsiones animales: desearte tanto como para recorrer doscientos kilometros ataviada sólo con una gabardina y unos zapatos de tacón, y llegar a ti en un terrible estado de entrega y excitación; o escribirte más de cien cartas en las que me muestro sin ambages, siempre sin esperar respuesta.

No me preguntes por qué, pero sé que cuando desee olvidarte me va a costar sangre, sudor y muchas lágrimas. No quiero tener que hacerlo. No quiero que ese día, que ya he presentido, llegue nunca.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Y esta vez va en serio

"como" se escribe ce-o-eme-o, y no, no puedes tomar un trozo de chocolate antes de cenar. Vale, luego vemos otra vez la peli de dibujos, pero acaba las sumas. Sí, ya sé que te escuece, ¿ves? si soplo parece menos el dolor. Porque lo digo yo, no creas que me gusta tener que perseguirte. Sí, el agua puede gastarse aunque parezca que hay mucha en el mar. Tienes que ponerte las zapatillas, siempre vas con los pies negros, y ya hace frío. Pegar a los más pequeños es de macarras, aunque ya sé que tu hermano es un ladino y ataca sin avisar. Lo ordenas tú, majete, que tú lo has desordenado. Ya, ya sé que eso es de malas madres.

Dame un beso, enano.

martes, 24 de noviembre de 2009

Separación de bienes

Cuando no me entendía -cuando yo estaba triste y la ignoraba, o iracunda, y la despreciaba- Tinta me miraba con los ojos muy fijos y ladeaba la cabeza. Una de las orejas le balanceaba, inmediata, y la cola se quedaba muy tiesa, muy larga sobre el suelo. Sé que quería moverla pero ni siquiera se atrevía.

Yo, entonces, tras esos segundos, me daba cuenta de que mi aspecto no era bueno e intentaba reconstruirme. Para ello, lo primero que hacía era tocarla, notar su lomo calentito y brillante; luego, el frío de la nariz. Le pedía perdón por mi desgana y rascaba su tripa rosa. La cola, entonces, se liberaba a toda velocidad y hacía un ruido sordo, acompasado, al chocar contra la pared.

Muchos perros son mejores que sus dueños.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Satélites.

Elegí serte leal.

No lo sabes, claro. Tampoco es necesario mostrar todas las cartas.

Pero algo intuyes.

Descubrí tu persona -de improviso y sin buscarla- en el momento exacto en que todo giraba menos yo. Y decidí aferrarme a ti para volver a dar vueltas junto al resto.

Pero nunca quise que abandonases tu órbita, ni pretendo conquistarla para forzarla a nuevas elipses que seguro me serían más amables.

Elegí serte leal y permanecer paralela, a tu lado: sin colisionar, sin destruirte para así hacerte mío; sin alejarme cuando me mostrases tu parte más oscura.

Satélites aún no sé de qué.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Revelación.

Hace días lo comprendí.

Se trataba de esa música, en particular, que es eminentemente masculina. Salida de las entrañas. Duelos a muerte entre dos músicos. Improvisaciones que las mujeres sólo atemperan, suavizan, adornan e incluso inspiran. Pero que con poca probabilidad podrán llegar a interpretar en igualdad de condiciones.

Masculinidad y hormonas en cada fraseo.

Hubiese dado cualquier cosa por tirarme al bajista en ese mismo instante.

Esa manera de perder el control -los músicos y el público- es jazz.