viernes, 4 de diciembre de 2009

Panorama

El de mirada torva y aspecto de jugador de rugby escocés resultó ser un camionero gallego emigrado a Andorra que pagó todas las copas sin alardes. El que lucía una barbita cuidada apenas podía controlar sus torpísimas manos. Y, como las puso en todas las mujeres que le rodeaban, acabó bailando sólo: nos gusta la dedicación, amigos.

El autodenominado "number one" era simpático, pero estaba demasiado borracho; y yo no sé mantener conversaciones inconexas con desconocidos. Sin embargo, reconozco que en confianza puedo balbucear incongruencias como la mejor.

El de la esquina que se comunicaba a través de notas borratajeadas se retiró pronto y me quedé con las ganas de saber cómo acababa la historieta.

Al volver a casa pensaba en ti. Auch. No vuelvo a beber.

4 comentarios:

  1. Y el que te dijo, pedo perdido pero con todo el criterio, “desde cuando bajan ángeles hasta este tugurio”, era yo.

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  2. El tugurio habría ganado mucho contigo. Hay pocos hombres que mantengan la dignidad cuando van en grupo y están mamados. Y tengo la impresión de que tú eres de esos (y apuesto a que evitas las danzas tribales con amigotes).

    Corolario: Una retirada a tiempo es una victoria. Al menos para la presa.

    Besos, algún día espero poder invitarte a Citadelle.

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  3. Pues sí que te rodeas de pretendientes ebrios. ¿Y os emborracháis con citadelle? Vaya nivelazo. Bueno, a ver si a mí también me invitas alguna vez. Un beso

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  4. Me emborracho con Citadelle en casa. En los antros dan garrafa, Miroslav.
    Claro que te invito: si vienes a Valladolid avísame.
    Besos.

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Oh, ¡hay vida!