martes, 24 de noviembre de 2009

Separación de bienes

Cuando no me entendía -cuando yo estaba triste y la ignoraba, o iracunda, y la despreciaba- Tinta me miraba con los ojos muy fijos y ladeaba la cabeza. Una de las orejas le balanceaba, inmediata, y la cola se quedaba muy tiesa, muy larga sobre el suelo. Sé que quería moverla pero ni siquiera se atrevía.

Yo, entonces, tras esos segundos, me daba cuenta de que mi aspecto no era bueno e intentaba reconstruirme. Para ello, lo primero que hacía era tocarla, notar su lomo calentito y brillante; luego, el frío de la nariz. Le pedía perdón por mi desgana y rascaba su tripa rosa. La cola, entonces, se liberaba a toda velocidad y hacía un ruido sordo, acompasado, al chocar contra la pared.

Muchos perros son mejores que sus dueños.

6 comentarios:

  1. Disculpa que comente a la vez tus dos últimos posts, disculpa, sobre todo, que los descubra oscuramente relacionados. Se me ocurre que podríamos aprender mucho de la forma que los perros tienen de querer, aunque, arrogantes y malas personas como tendemos a ser, hayamos convertido la expresión "como un perro" en una valoración despectiva. Y se me ocurre también que, en ese aprendizaje, tú pareces bastante adelantada. Y en esta opinión te aseguro que no hay nada de desprecio, sino todo lo contrario.

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  2. No hay nada que disculpar, hombre. Claro, no hay lealtad mayor que la de los perros. A menudo el gesto de una pata me ha hecho entrar en razón. Más que muchas argumentaciones vehementes.

    Yo he salido maleada y detesto el orgullo en las relaciones, aunque no por eso creo que haya que dejarse pisar. Digamos que he tomado la decisión de dormir a pierna suelta el resto de mis días. Y en asuntos de amores lo mejor que se me ocurre es ir de cara y ser apoyo, no obstáculo.

    Siempre me haces cantar la Traviata, V.

    Besos.

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  3. Maldita seas, me has hecho añorar a Cani. Un beso.

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  4. No sé si lo ves, pero tengo mi gorra en la mano: en sólo trece líneas has expresado perfectamente el maravilloso "Intercambio Desigual" que se establece entre un perro y su amo. Me dan pena las personas que nunca se han enamorado locamente tanto como las que nunca han amado o han sido amadas por su perro.

    Un beso y un lametazo de Jara

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  5. Cantando tan bien como tú, sería una pena que no lo hicieras. Me siento muy honrado de suscitar tu Traviata particular.

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  6. Miroslav, me lo tomaré com un cumplido. Exactamente lo mismo que a ti me pasó al escribir esto...

    Gracias, Lansky, psicópata erudito. Como siempre, tus comentarios son el corolario perfecto. Ponte la gorra, que hace frío ya, aplícate también un beso, y acaricia a Jara de mi parte.

    Vanbrugh: canto fatal, pero a solas lo intento. Pásate por aquí.

    Besos a tutti.

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Oh, ¡hay vida!