miércoles, 16 de septiembre de 2009

Aire

G. era impecable en las formas: un perfecto caballero. Su sola presencia traía ecos de algunos retratos de Singer Sargent, o de esas últimas reproducciones de los zares de barba pelirroja y afilados ojos azules.

Fascinaba observar el ángulo perfecto que formaba su espalda al besar la mano de su madre, su capacidad para anudarse la corbata de siete maneras diferentes, el modo de acariciar y reconocer los tweeds.

No fue nunca un buen esposo. Tan pendiente estaba de los arabescos, de la sociedad, de los breves jeribeques con que debía adornarse su matrimonio... que la ternura quedó siempre relegada al compromiso, y esta era más representación que creencia.

Ahora no sé cómo está, y me da miedo asomarme siquiera a un borde de su alma.

Aunque a veces recuerdo cómo escapaba de sí mismo entre mis brazos, un segundo, y cómo inmediatamente se avergonzaba de su debilidad y luchaba por recomponer el gesto, ordenar el hogar.

Bailemos. Somos libres.

8 comentarios:

  1. El petardeo es una debilidad personal. Espero que lo disculpéis.

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  2. Ese marido pareceme bastante más presentable que tantos otros menos corteses. Con el complemento, eso sí, de un buen furioso amante.

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  3. Nunca entenderé a los Ges. Lo siento.

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  4. Hoy comencé la jornada descubriendo un blog atrayente y la termino encontrando otro igual de sugestivo. ¿me lo parece o tus últimas tres entradas tienen un mismo hilo conductor? Casi nunca somos realmente lo que parecemos y rara vez parecemos lo que verdaderamente somos. Te voy a seguir, con tu permiso.

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  5. Sï, sí. Absolutamente presentable. Admirable, incluso: le has clavado, Lansky.

    V: Ni yo. Pero no lo sientas.

    De2en2: Muchas gracias. El hilo conductor de todas mis entradas es uno de mis temas favoritos: yo. POr lo demás, no tienen mucho que ver. Sígueme, por supuesto, y encantada de conocerte.

    Los bacilos están acabando conmigo. De Citadelle he pasado a Bisolvón. Repugnante.

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  6. Acabo de llegar de vacaciones y paso a saludarte y a dejarte un abrazo. De paso, me pego unos bailoteos con la Summer.
    El texto me encantó: personal, ácido, agridulce... Volverse a mirar atrás es un ejercicio literario y espiritual necesario para seguir tomando impulso hacia delante.
    Abrazos!

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  7. Tu Mr. G., amigo O´Clock (puesto que sé que eres un gran cinéfilo, y ahora puedo agradecerte desde aquí que seas seguidor de mi blog Centauros de la Pantalla, me ha recordado a Mr Elliott Templeton -obviando la parte afeminada del mismo-, fantásticamente interpretado por el inolvidable Clifton Webb en "The razor' s edge" de Edmound Goulding, film que imagino que habrás visto. Opino, pues, que pese a lo limitado del relato, reflejas a la perfección ese amaneramiento pijo tan presente en ciertas élites intratables, y que incluso, por desgracia, persiste en nuestro siglo XXI. Muy bueno. Recibe un saludo cordial- Pablo

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  8. Muchas gracias, Pablo. Por partida triple: primero, por tus amabilísimas palabras; segundo, por tu recomendación (he leído la novela homónima, pero no he visto la peli); y para terminar, por cambiarme el género. Lo agradezco no por avergonzarme de mi especie, sino porque siempre me salen textos femeninos y cursilísimos. Si de vez en cuando me cubre cierta ambigüedad me siento extrañamente satisfecha.

    Un abrazo.

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Oh, ¡hay vida!