viernes, 21 de agosto de 2009

M.

Hay en tí una energía distinta: pausada, quemada y renacida como un fenix, ardiente pero no abrasadora.

No sabía cuando te conocí cómo agradecería el intercambio de confidencias, los abrazos entre el humo, los bailes en que se pierde la consciencia de dónde estás, quién te mira.

Y admiro, sobre todo, tu capacidad para identificar lo que necesito: una conversación liviana, un abrazo reconfortante, la ausencia de ironía en tus juicios.

Me devuelves la fe en la amistad, y con ella cierto amor al ser humano.

1 comentario:

  1. Sí; desconfío de los sentimientos universales, no me los creo ¿Amar a la humanidad? En cambio entiendo que una buena amistad te reconcilie con el género humano, de lo particular a lo general.

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Oh, ¡hay vida!