Llevo diez días sin que nadie me bese el cuello, me acaricie la espalda, me muerda las piernas. Diez días sin sexo, los mismos que llevo sin verte. Y no es la primera vez, ni será la última.
Pero hoy, no sé por qué, noto un enorme vacío distinto a tu ausencia. No te deseo a ti. O sí, da igual.
Lo de menos es quién sea él. Apenas necesito más que su nombre. Esta noche no quiero dormir, ni hablar, ni bailar. En lo único que puedo pensar es en meterle en mi cama y follar hasta que se haga de día.
miércoles, 17 de junio de 2009
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Bonito blog. Me alegro de haber dado con él. Te he copiado la insignia facebookiana. Espero que sepas perdonármelo.
ResponderEliminarEstabas caliente mientras besabas mi boca
ResponderEliminarEstabas caliente mientras secaba tu frente
Estabas caliente mientras te me clavabas en el suelo
Estabas caliente mientras rasgabas mis ropas
Estabas caliente y no tenías adonde ir,
Estabas caliente en una noche fría y lluviosa.
Creo que te hace falta un polvo o varios, con todos mis respetos hacia tí.
ResponderEliminarO que te desahucien o te priven de comida ¿Por qué? porque el cobijo, el alimento y follar son las tres pulsiones de todo ser humano.
Un beso
Bueno, todo se andará.
ResponderEliminarSe agradece el interés, eso sí. Y no, no tuve que hacerlo yo todo ni la tenía pequeña, ni nada por el estilo. Qué coño, a mí las estatuas me parecen tíos macicísimos, y lo de menos es el tamaño del aparejo.
Ay, siempre igual...
Besos, delincuente.