martes, 30 de junio de 2009

Cocinera

Saco el salmon, iridiscente, de entre los plásticos nebulosos; es la miniatura de un atardecer polar sobre el marmol. Hay una selva en el último cajón de mi nevera: brotes verdes abrazados a frutas raras.

Y todos los olores de una medina oriental al abrir el armario especiero.

Viajes de los sentidos.

Sola no se está nada mal.

3 comentarios:

  1. Todos los días, cuando paso por aquí a leer, salgo con un regustillo agridulce en el paladar y un pequeño nudo en la garganta. No es por los textos, sino por las músicas. Creo que debería empezar a venir a tu casa más tarde... A primeras horas de la mañana todavía estoy muy sensible, quizás demasiado receptivo.
    Besos.

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  2. No vengas más tarde, por favor. Lo que te pasa es lo que pretendo. ¿No ves que con música se hace trampa más fácil?

    También es cierto que precisamente esta, Victoria de los Ángeles cantando como los ídem, es realmente emocionante. Es la mejor versión del aria de Gianni Schicchi, sin duda.

    Besos, pequeño Stendhal.

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  3. Tu post me da hambre. Hagamos cocinitas. Yo pongo el tintorro.

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Oh, ¡hay vida!